Por lo que sé, muchos historiadores han aludido a la actitud de los varones paraguayos que marcan un comportamiento cultural cercano a la poligamia. Como se sabe, Paraguay era el país más avanzado de América del sur, país sin deuda alguna y muchísimos avances económicos y culturales. Por ese motivo, el imperio inglés organizó con sus cómplices cobardes (con “nombres de calles” en su mayoría) de Argentina, Brasil y Uruguay, una guerra genocida. A pesar de una defensa impresionante y valiente que enorgullece al pueblo paraguayo y revela su carácter, los varones fueron masacrados, hasta los jóvenes y adolescentes. Dicen algunos historiadores: «desde entonces, los varones que quedaban tuvieron que afrontar el “deber con la patria” de repoblar el país… y el clero no fue ajeno a esta gesta». Paraguay nunca pudo recuperarse, y sigue siendo uno de los países más pobres de Sudamérica (como el también rico Bolivia, otro país masacrado). Entiendo que esto marcó y sigue marcando a muchos y muchas paraguayas; tanto que escuché decir a un paraguayo conocido en tono de broma: “paraguayo que tiene una sola mujer es maricón” (reitero: “lo dijo en broma”, sólo lo menciono para notar un aspecto cultural). Por este motivo, que aparezca un hijo –o más de uno- del presidente de Paraguay cuando era ministro eclesiástico, no me sorprendió. No ignoro, sin embargo, otros elementos importantes, fundamentales: la/s madre/s y el/los hijo/s. Desde nuestra mentalidad cultural –a pesar del machismo hipócrita, que se hace el escandalizado, pero a veces aplaude- es algo grave, sea negar la identidad a el/los hijo/s como dejar “a la buena de Dios” a la/s madre/s. Y esto puede verse agravado según sea la edad de la/s madre/s en el momento de la relación. En este punto, realmente me parece grave, y “no me cierra” con un proyecto “liberador”.
Lugo, su proyecto y los adversarios
Sin embargo, hay un paso más. Lugo encarna en Paraguay un proceso político totalmente nuevo, que acaba con todo el largo período “colorado”, stronista, opresor. Encarna un modelo que personalmente aplaudimos tanto en Paraguay como en otros países de América Latina. Pero hay un tema serio: es ingenuo no tener en cuenta que los adversarios son poderosos y van a buscar “el pelo al huevo” para ensuciar el nuevo proceso. Algo semejante padeció mons. Maccarone en Santiago del Estero: la complicidad del poder político, la prensa, y hasta miembros del clero lograron encontrar una debilidad sobre la que machacar. ¿Qué papel jugó el diario ABC Color en todas las denuncias que se hicieron contra Lugo? Claro que esto parecería que se afirma que sólo los “inmaculados” podrían enfrentar el poder perverso, o que la verdadera lucha es entre “puros” e “impuros”, lo cual es falso. Creo que hay gente honesta, y honrada en lo que se llama habitualmente “la derecha”, lo que no significa que su proyecto sea bueno; y creo que hay gente “sucia” (o “manchada”) en “la izquierda” (por eso me parece falso el planteo de que un político es bueno por ser “honesto”; serlo me parece muy bueno, pero totalmente insuficiente). De todos modos, es importante que no se niegue la verdad -aunque la digan los adversarios-, y si aparecen “debilidades”, es importante que no sean incompatibles con el cargo que se ejerce, y que se busque dar respuestas claras a la sociedad.
Lugo, y el celibato
Por supuesto que esto deja todavía un tema sin analizar, y es el tema del celibato obligatorio a los ministros eclesiásticos. Personalmente creo que el celibato no tiene prácticamente nada que ver con los casos de pederastia, como algunos insinuaron (especialmente porque la inmensa mayoría de casos de pederastia se dan en el seno de la familia, entre no-célibes); pero casos como el de Lugo revelan -a mi entender- dos aspectos. Que no todos los aparentemente célibes lo son realmente, y que el celibato no vivido puede ser un problema grave para las mujeres y los niños. En los ambientes eclesiásticos es bien sabido que muchos curas, o en muchas regiones, el celibato –étero u homosexual- sólo existe en los papeles. Sería interesante dejar claro por qué son tan pocos los obispos elegidos entre el clero diocesano en la región andina, por ejemplo (por no mencionar cientos de casos de Europa, o los casos de recepción de curas casados de la iglesia anglicana). Claro que son pocos los curas que dan su apellido a los hijos (conozco algunos casos que lo han hecho), pero menos todavía los que visibilizan a sus mujeres, lo que –por otra parte- contribuye al abuso o menosprecio de la mujer: “no existen”, se las esconde (también conozco casos de curas que se reúnen con curas y sus mujeres, pero son la excepción). De todos modos, hay algo que creo debería ser ocasión de un serio debate (que lamentablemente dudo que se dé por el momento): se reconoció en comunión a los ministros lefebvrianos a los que se había rechazado por negar cosas fundamentales del anuncio evangélico en nuestros días, y se niega la participación en el ministerio a los curas que han elegido el matrimonio, con lo que muchos “visibilizan” a sus mujeres e hijos. ¿No sería razonable que algo disciplinar como el celibato obligatorio se revea, o debata, para no seguir callando algo que existe y se disimula que no se ve? Se reconocen en comunión grupos que fueron excomulgados por temas fundamentales, y se sigue negando a ministros que fueron excluidos por temas puramente disciplinares… Personalmente creo que este momento de invierno eclesial, de descrédito y crisis sería un buen momento para repensar muchas cosas. Creo que el celibato obligatorio no es la principal, ni urgente, pero sí que es un tema que no puede dejar de debatirse. Y parece ser un buen momento para hacerlo.
Eduardo de la Serna (25 de abril 2009)