martes, 28 de abril de 2009

PARAGUAY

Les dejamos un comentario del dominico Frei Betto. El mismo fue escrito unos días antes que el "escándalo" por la paternidad de Fernando Lugo saliera en los medios.
¿Tendrá una cosa que ver con la otra?... Es decir, el rumbo político de Paraguay, este proceso de cambio iniciado (que ya es irreversible) del que nos habla Frei, ¿Estará de alguna forma relacionado con la campaña desprestigiadora que está sufriendo Lugo?

EL PARAGUAY HOY

*Frei Betto
Adital

El próximo día 8 de abril el presidente Fernando Lugo hizo su primera visita oficial al Brasil. Ex-arzobispo católico, Lugo, que nunca había militado en política partidaria, se incluye entre los cristianos identificados con la “opción preferencial por los pobres” y la Teología de la Liberación.A mediados de marzo, Leonardo Boff y yo participamos, en Asunción, en la Mesa de Diálogo Interreligioso, promovida por el Mercosur, como parte de la agenda de interlocución del organismo con la sociedad civil de América del Sur. Boff intervino con el tema de la preservación ambiental y a mí me tocó tratar de las relaciones entre Estado y denominaciones religiosas.
Con seis millones de habitantes (40% en la pobreza y 20% en la miseria), el Paraguay fue gobernado, durante 61 años, por un único partido, el Colorado, al cual pertenecía el general Stroessner, cuya dictadura duró 35 años (1954-1989).


Con el fin del régimen autoritario, el Paraguay se sumergió en la onda neoliberal que asoló a América del Sur (Collor, Menen, Fujimori, etc.), convirtiéndose en un enclave de corrupción, contrabando y narcotráfico. A pesar de todo, en las bases sociales hubo una reorganización de movimientos populares y sindicales que, impulsados por las Comunidades Eclesiales de Base, minaron progresivamente la hegemonía de los colorados y crearon las condiciones políticas para la elección de Lugo.

La Alianza Patriótica para el Cambio, que respaldó la candidatura del actual presidente, aglutinaba a diez partidos políticos y 20 movimientos sociales articulados bajo la emblemática Tekojoja (expresión guaraní -idioma hablado por el 87% de los paraguayos- que significa “vivir en igualdad”).
Hoy, Tekojoja se prepara para transformarse en partido político, con el grave peligro de cooptar, para las estructuras del Estado, a los líderes populares, fragilizar el movimiento social y no respetar su autonomía, a semejanza de lo que sucede en el Brasil con las centrales sindicales, excesivamente identificadas con las propuestas de partidos y gobiernos.
El PIB paraguayo anda por los US$ 14 mil millones y la inflación actual es del 10,3%. La propuesta prioritaria del gobierno de Lugo es reducir la pobreza absoluta durante los cinco años de su mandato, asegurando al país la soberanía alimentaria y energética. Su mayor desafío es realizar las reformas política y agraria y, de este modo, combatir dos grandes problemas: el desempleo y la emigración juvenil. Se calcula que, solamente en el Brasil, hay 500 mil paraguayos, que equivale a la población de la región metropolitana de Asunción. Lugo quiere industrializar el país e incentivar la construcción de viviendas.

El gran nudo en las relaciones entre el Brasil y el Paraguay -que debe centralizar las conversaciones entre Lugo y Lula- es la cuestión de la represa hidroeléctrica de Itaipú. El país vecino es, proporcionalmente, el mayor exportador de energía del mundo, pues absorbe apenas el 9,5% de su cuota del 50% de la energía producida por la central binacional. El excedente es vendido al Brasil. El Paraguay se queja de no obtener la debida compensación anual por parte de nuestro país. Hoy esa compensación es de aproximadamente US$ 300 millones/año. El país vecino reivindica un aumento de US$ 500 millones/año.

El Tratado de Itaipú fue firmado en 1973 por dos gobernantes dictatoriales: Stroessner por el Paraguay y Médici por el Brasil. Acordaron el aprovechamiento hidroeléctrico del río Paraná, que baña los dos países. Al año siguiente se constituyó la Binacional Itaipú y, para la construcción de la hidroeléctrica, se estableció un capital de US$ 100 millones proveniente, a partes iguales e intransferibles, de las empresas Ande (paraguaya) y Eletrobrás. De hecho, la empresa brasileña actuó como principal fuente de financiamiento y, hoy, embolsa anualmente del Paraguay, como amortización de la deuda, US$ 2 mil millones. No es por casualidad que el PMDB insista en mantener la empresa bajo su control.

Itaipú posee 12.600.000 kilowats de potencia. En el 2008 alcanzó el récord mundial de producción de energía: 94.684.681.000 de kw/hora (suficiente para abastecer toda la Argentina).

La energía de Itaipú es comprada por las empresas Ande (Paraguay), Furnas y Eletrosul (Brasil). Por el Tratado, el Paraguay está obligado a ceder al Brasil la energía excedente de su cuota del 50%, no al precio del mercado, sino por “una compensación monetaria fijada por el Brasil”, equivalente a US$ 8/MWh. Así, el país vecino subsidia la industria brasileña… Si el Paraguay pudiera vender ese excedente a la Argentina, a Chile o a Uruguay -deficitarios en energía- esos países pagarían de 35 a 40 dólares/MWh.

El Brasil, debido a sus dimensiones demográficas y a su parque industrial también sufre deficiencia, tanto que en el 2001 hubo un apagón. Basta recordar que toda la energía que el Brasil capta de Itaipú corresponde a apenas el 19% de sus necesidades.
En América Latina sólo al Paraguay le sobra energía, hasta el punto de exportarla. Sucede que el Tratado de Itaipú no le permite venderla en el libre mercado. Tampoco puede el Paraguay exportar el excedente de la hidroeléctrica de Yacyretá: el Brasil impide la construcción de una línea que conecte Yacyretá con Itaipú.

Para desatar ese nudo hay en marcha una negociación diplomática y otra política. En la diplomática, de seis puntos pretendidos por el Paraguay, cuatro ya fueron aceptados por el Brasil. La dificultad reside en permitir que el Paraguay promueva una auditoría de la deuda con Eletrobrás y suba el valor de la energía exportada.

Las negociaciones prosiguen de forma sigilosa y todo indica que no serán sometidas a los parlamentos de ambos países, donde hay resistencias a los cambios en las cláusulas del Tratado. Eso significa que la solución al impasse, restringida a la esfera de los poderes ejecutivos, será eminentemente política, o sea, para afirmarse como líder del actual proceso de integración sudamericana, el Brasil tendrá que evitar cualquier tendencia imperialista y, al defender su propia soberanía, reconocer los derechos de la nación paraguaya.
[Autor de "Calendario del Poder", entre otros libros.Traducción de J.L.Burguet]
* Escritor y asesor de movimentos sociais

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