jueves, 13 de agosto de 2009

IGLESIA CARISMA

Luego de varios post dedicados a la Iglesia-poder,
hoy dedicamos uno a su contraparte:
la Iglesia como Carisma, la Iglesia que nace del Espíritu.

Espíritu que en estos días sopla cerca de la Villa 21 de Barracas.
Parece que el espíritu, como a Jesus,
nos lleva siempre de vuelta a Galilea...



El Padre Pepe y un proyecto por
LA VIDA

"Porque queremos que los chicos vivan y no sobrevivan." La frase sintetiza la razón que mantuvo vivo durante años uno de los sueños de José María Di Paola, conocido como padre Pepe, y que ayer se hizo realidad: tener en la villa 21-24, de Barracas, un colegio para adolescentes y jóvenes que intentan no caer en la droga o los que están recuperándose de esa adicción.

Con el del sacerdote, comenzaron a cumplirse también los sueños de los 47 chicos de ese asentamiento, en el que viven cerca de 45.000 personas, inscriptos en el secundario que se llama como la parroquia que lo cobija, Virgen de los Milagros de Caacupé, y que implementará un novedoso proyecto.

Como informó LA NACION el domingo, se trata del primer colegio porteño del área de gestión social que dependerá de la Dirección de Educación de Gestión Privada. Tendrá tres años de duración y los alumnos, que deben tener entre 15 y 25 años, residir en el barrio y haber dejado el secundario, tendrán un régimen de aprobación por asignaturas.

Antes de la inauguración, ayer la mediodía se mezclaban en la parroquia los alumnos, que cargaban en sus mochilas cuadernos e ilusiones del primer día de clase, con funcionarios de traje como el ministro de Educación de la ciudad, Mariano Narodowski; el jefe de gabinete del Ministerio de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, y el asesor de Menores, Gustavo Moreno. También estaban el vicario general del arzobispado porteño, monseñor Joaquín Sucunza; el vicario de Educación, padre Juan Torrella, y había docentes de escuelas de la zona.

"Hoy es un día muy especial para mí. Estoy empezando a cumplir aquí, en la parroquia de Caacupé, un sueño que tengo desde hace mucho tiempo", dijo Ulises Mendoza, de 22 años, durante el acto. "Quiero agradecer al padre Pepe, que me dio un lugar, y por eso yo pude salir de algunos problemas", afirmó Ulises.

Contó que en Asunción había dejado el secundario dos meses antes de terminar. "Vivía situaciones difíciles; estuve en la calle, drogándome, haciendo cualquiera", dijo, hasta que su mamá, que vive en la villa 21-24, le propuso venir al país y terminar el secundario.

La oportunidad

Otro alumno, Juan Ramón Sosa, de 23 años, resumió a LA NACION que dejó el secundario hace casi ocho años y que ahora asiste al taller de carpintería del Centro de Formación Profesional (CFP) N° 15, que tiene la parroquia a pocas cuadras de allí. "Nunca había pensado en volver a estudiar, pero ahora que se dio esta posibilidad lo voy a hacer y me voy a sacar un peso de encima", dijo.

El padre Di Paola destacó el trabajo "complementario" con ese CFP y el N° 9, del gobierno porteño y con las escuelas medias de reingreso La Gráfica y la Escuela N° 6. "En este momento, estamos trabajando hacia los mismos objetivos y con los mismos métodos. Hay una red real", dijo el sacerdote, de 47 años, y vicario para la villas de la arquidiócesis de Buenos Aires, designado por el cardenal Jorge Bergoglio.

El ministro Narodowski destacó la importancia de que las escuelas estén dentro de los barrios. Coincidieron con él muchos de los presentes. Entre ellos, las alumnas Luján y Fabiana Aguinagalde, de 16 y 15 años, respectivamente. Ambas habían dejado el secundario que habían empezado en Avellaneda. Ahora compartirán el aula en Caacupé con el grupo que eligió la orientación informática (el otro es para electromecánica). Luján afirmó: "Al estar la escuela en el mismo barrio, ya no hay excusa para no estudiar".

1 comentario:

  1. Da gusto leer compromiso, da gusto leer utopías que se concretan.
    Da un gusto que no es quieto, un gusto que moviliza por dentro...
    Un gusto que es fuego, larga chispas, y enciende.
    Un fuego bien cristiano y bien humano, que se enciende de a poco, luego de mucho tiempo de juntar ramas y pensar como prenderlas.
    Pero que encendido, no se cansa de romper la oscuridad.
    Fuego ardiente, que a veces quema. Pero otras tantas sabe ser calor tierno.
    Fuego que nace desde abajo, fuego que asciende con sus llamas hasta el cielo, símbolo de quién lo hizo posible.. ese que habita acá, junto al fuego.
    Y sigue dando gusto, sobre todo, porque se siente esa presencia..
    Porque en el fondo se sabe que esas ramas no se consumen, sinó que se transforman en cada uno de los que pasan cerquita (y lejos también) de ese fuego.

    Transformación que, por ejemlo, me hizo detenerme a escribir ésto, que dudo que tenga belleza poética, pero para mí ha tenido el encanto de dejar fluir el alma unos instantes.....

    Les mando un saludo enorrrrme! Hasta mañana en la reunión.
    Perica

    ResponderEliminar