jueves, 7 de agosto de 2008

LAS VERTIENTES

Y llegó nomás el momento de conocer un poquito la comunidad de Las Vertientes. Y quien mejor para darnos su testimonio que Mane Ovies, un patriarca, un caminante que deja el corazón en este proyecto. Mane y su esposa Viviana junto con Juani y Gonza, sus hijos han viajado a varias misiones y Vertientes fue una de las comunidades que tuvieron la posibilidad de visitar. Gracias Mane por tu "seguir sumando", te queremos mucho, que Dios te bendiga.
En el año 2002 se comenzaron a establecer grupos de misión en el Chaco Salteño, y recuerdo con mucha emoción cuando desde Aguas Verdes salimos a caminar llegando a la comunidad de Las Vertientes distante a unos 3 km. Al llegar vimos que los chicos se escondían con temor detrás de los árboles al notar nuestra presencia. Solo la guitarra y la voz de María José lograron cambiar esa actitud y de a poco se fueron acercando al grupo. Luego de este encuentro sentimos que al año siguiente debíamos ir con un grupo a visitar a esos hermanos. Y así fue … Pero nuestra llegada generó muchas dudas en la gente de la comunidad, sobretodo de los adultos, porque no sabían cuales eran nuestras intenciones, algunos creían que íbamos a establecer una iglesia e imponer nuestra religión, ya que ellos son anglicanos y la historia marca que no han tenido muy buena experiencia con la visita de extraños. Entonces ellos se reunieron en Consejo para ver si aceptaban nuestra presencia o no, y al reunirse con los representantes de nuestro grupo nos transmitieron que “ …si ustedes vienen de tan lejos a visitarnos, no debe ser por méritos propios sino porque realmente es Dios el que los envía …” y así fue que nos aceptaron. Realmente fue el comienzo de una hermosa relación que se fue generando durante estos seis años de encuentro, donde año tras año se fue afianzando en confianza con la certeza de que es Dios el que nos une en el encuentro. Y realmente es algo que todos los que visitamos ese lugar podemos sentir. Tanto se afianzó esta relación que hace unos años ellos le dieron un nombre al grupo misionero “Lewomeki taj thelei”, con todo lo que eso significa, aceptándonos como parte de su comunidad.
La comunidad es la más alejada de todas las que visitamos y la que más sufre la distancia de los centros urbanos ya que es muy difícil el acceso a ese lugar. Año tras año vemos como el río Pilcomayo va ganando terreno al punto que hay muchas familias que ya han abandonado la comunidad en busca de lugares más seguros, sobretodo en la época de las inundaciones. Están sufriendo mucho el desmonte de sus bosques lo que origina la pérdida de materia prima para confeccionar sus artesanías ( tejidos de chaguar y tallas en palo santo). Los que se dedican a la pesca también cuentan que el río no les proveen de los peces para su sustento diario porque hay mucha pesca indiscriminada, entonces ellos solo pescan lo que necesitan para su familia. Los que se dedican a la caza de animales también comparten la escasez de especies, también fruto del desmonte y la cacería indiscriminada (generalmente deportiva). Algunos ahora comenzaron a cultivar la tierra, pero esto tampoco es sencillo porque la tierra no es muy apta y la falta de agua tampoco ayuda. A esto se suma la falta de agua potable que ocurrió en este último año.
En la comunidad hay una escuela bilingüe que cumple una función muy importante porque no solo educa a los niños sino allí también funciona un comedor, por eso es común ver dentro de los útiles de los niños sus platos y tazas. Es muy impactante ver como los niños reciben la comida y la llevan para compartir con su familia.
Nuestros hermanos viven en chozas muy precarias hechas con ramas y bolsas de consorcio, y duermen en sus colchones apoyados en el piso, por eso recuerdo que en varias ocasiones al visitarlos vimos como una ráfaga de viento voltea sus paredes precarias. Hablar de la gente implica hablar de su humildad y también habla mucho de Dios porque ante tanta necesidad ellos apoyan en su fe toda la esperanza, tanto en su supervivencia diaria como en casos de enfermedad grave, ante la falta de asistencia sanitaria solo les queda rezar a Dios como único medio de salvación. Allí funciona un puesto sanitario muy sencillo y con muy pocos recursos, por esto siempre son muy bienvenidos los remedios que podamos llevar.
Nuestra visita generó un intercambio cultural muy novedoso para ellos, ya que se originaron espacios compartidos con la comunidad de Aguas Verdes (criollos católicos). Por ejemplo visitas al río Pilcomayo, partidos de fútbol y los famosos fogones nocturnos, donde se comparten canciones y momentos de juegos tanto para los niños como para los adultos de ambas comunidades.
Pero sin duda el encuentro más fuerte lo vivimos en el culto, ya que año tras año ellos nos invitan a su templo y allí juntos cantamos y compartimos la Palabra. Es un intercambio religioso muy emocionante y recuerdo lo que conversamos con Pedro, el pastor de la comunidad, y con Joaquín, animador de jóvenes, que realmente es mucho más lo que nos une que los que nos diferencia.
Solo queda darle gracias a Dios por habernos enviado a ese lugar donde realmente podemos sentirlo a El muy cerca y haber elegido a familias, adultos, jóvenes y niños a vivir una experiencia que seguramente quedará grabada en nuestros corazones para toda la vida.

1 comentario:

  1. Vertientes...como María de Nazaret, llena de Dios y toda nuestra, que guardas en el silencio de tu cultura wichí las cosas en el corazon y se las revelas a quien quieres y en el tiempo que tu quieres...
    Te agradezco por haberme recibido y manifestado tu amor de madre que silenciosamente ama, que misteriosamente entiende...y que poderosamente (con la fuerza de la cruz, NO de otro tipo) sana y salva.
    Te llevo en mi corazon.
    Y hasta que nos volvamos a ver,
    que Dios te guarde en la palma de su mano.
    Te amo
    YIYO

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