sábado, 18 de octubre de 2008

MISION 2008: BONUS TRACK - "SIN BACHES"

Tramo final de la prolongada DEVOLUCIÓN DE LA MISION 2008. Si hacemos un paralelo con un banquete, a esta altura ya estamos por el postre...
Este es el último de estos post donde fuimos compartiendo la densidad de lo vivido junto a nuestros hermanos del norte.
Al finalizar la misión del grupo grande, se formó una pequeña fraternidad de 6 misioneros: Herman, Cristian, Joaquín, Florencia, Marianela y Natalia, que con el correr del tiempo se autodenominó: "SIN BACHES". Los chicos (todos sub-23) estuvieron 15 días "monte adentro" compartiendo en algunas comunidades SEMI NOMADES de la Tierra Santa del Chaco Salteño.
Las Hermanas Campoamor nos escribieron un material que VALE LA PENA LEER. Mas abajo fotos y un video muuuuy sólido.

Guiados por nuestros corazones que tenían “sed de mas” y encontrándonos en sintonía con la locura linda de Herman, sin saber mucho, o casi nada, decidimos después de la misión con toda la familia rodante, quedarnos a una misión itinerante, con nuevas comunidades que ya habían sido visitadas por Herman. Los locos contagiados fuimos: Herman, que nos esperaba allá muy ansioso y prometiéndonos “vibrar mucho los corazones” (fue así y mucho mas de lo imaginado); Cristian Átela, Maru Rosa, Joaquín “el gato” Testa y nosotras, las hermanitas Campoamor. Nos reencontramos todos en Aguaray, con los corazones llenos de felicidad y la incertidumbre de todo lo q nos esperaba. Convencidos de que este es el camino que deseamos por completo transitar… decidimos “seguir andando nomas!!”…
La primer comunidad en recibirnos fue Santa Victoria, donde la familia Chepes nos abrió las puertas de su casa para poder descansar y luego volver a entrar al Chaco. Allí la amabilidad y dulzura de la familia fueron la primer muestra concreta de la providencia de Dios, que nos iba a acompañar durante todos estos días, cuidándonos con el amor que un padre cuida a su hijo, manteniéndonos en la palma de su mano, sin caer.
…Y nuevamente el polvo de esa tierra santa nos recibe. Esta vez los caminos tomados fueron para el centro y sur del monte, no para la costa. Lo que hace que estas comunidades, siendo wichis también, se diferenciaran de las otras por no haber río para pescar, solo algunas cañadas, pero si había un monte muy tupido, alto muy alto, con mucho mucho palo santo, quebracho blanco, chaguar y algunas charatas para cazar.
El primer lugar al que llegamos fue “Pozo El Toro”. Allí nos recibieron con mucha alegría, nos esperaban con mucha curiosidad y mucha apertura. El cacique David Pastor nos dio lugar en el salón del centro comunitario, que se encontraba delante de su casa y la de su familia. El se brindo con nosotros como un padre, que nos ayudaba, guiaba y compartía entre mates, muy dulces, toda la historia de esa comunidad. Una comunidad de alrededor de 25 casas, se unían unos con otros, lo que los hacia ser como una gran familia. Aun km de la misión estaba la escuela, a la que asistían en su mayoría todos criollos. Alrededor de la escuela, en su cercanía, estaban las casas de los chaqueños. Se percibía a simple vista la gran diferencia en sus casas y en el modo de vivir entre chaqueños y aborígenes. Los criollos también salieron a nuestro encuentro, con la amabilidad y entrega de “dar hasta lo que no tienen”.
En la comunidad de El Toro comenzamos a escuchar y saber mas de las problemáticas con las tierras, el trafico de palo santo, la ausencia de agua (tienen solo una reserva de agua de lluvia, que ya les quedaba poco. En donde hay escuelas se encuentra un pozo de agua); las explotaciones, como el trabajo con la brea, que luego de un largo trayecto y comercio va indirectamente desde las manos de nuestros hermanos aborígenes hasta las manos de nuestros “amigos” de las multinacionales, como Coca Cola; como así también explotaciones en el trabajo de mano de obra, a cambio a veces de alcohol. Todas estas problemáticas y muchas otras particulares de cada lugar, íbamos a escuchar y compartir a lo largo de todos esos días.
Tras mucho caminar llegamos a Pozo Vertientes Chica, donde estaban el cacique Edilberto y toda su familia. Allí los hombres compartieron partidos de fútbol mientras las mujeres compartíamos mates dulces y el silencio que habla a gritos en el corazón. Ellos volverían a salir a nuestro encuentro el ultimo día, yéndonos a buscar hasta El Toro, en bicicletas, para invitarnos a otro partido de fútbol y que pasáramos la ultima noche en su comunidad, viviendo entre ellos.
Pozo El Bravo, a un poco mas de 24 km de El Toro. Nos recibió el maestro en la escuela que nos invito un asado en su casa; y en la misión Ramón, nos acompaño a visitar todas las casitas, mientras nos contaba la historia de su comunidad. Por la tarde, otro partido de fútbol descalzo los esperaba a los hombres, que se reunían y se iban encontrando antes de caer el sol. Las mujeres, señoras del silencio y miradas profundas, son las encargadas de traer leña y agua a la casa, es así que cargan en su cabeza con bidones de mas de 20 litros, y en sus manos a sus hijos. Buscando encontrarnos con ellas, fuimos a la reserva y allí nos esperaba la sorpresa del encuentro con 3 niñas, que solo con miradas y tomadas de la mano, iban a disfrutar con nosotras el compartir la vida. Mientras el cielo caía de estrellas fugaces, compartimos su culto. Ahí nos preguntaron que sentíamos al compartir con ellos, y lo que vibraba en nuestros corazones era como lo que les paso a los discípulos de Emaus, peregrinos que compartieron el camino con Jesús al lado. Cada vez que nos encontrábamos con algún hermano de cada comunidad, nuestros corazones vibraban porque nos encontrábamos también con Jesús.
Al otro día muy temprano, el próximo destino fue Pozo San Miguel. Allí en la escuela nos esperaban muy ansiosos y con muchas ganas de que estemos ahí. Esta comunidad salio a nuestro encuentro, nos vino a buscar al camino, rebalsados de dolor, con problemáticas familiares de violencia y enfermedades. Reinaba la injusticia por falta de asistencia para la salud. Sentimos, vivimos con ellos su dolor. La bronca, la impotencia, el vacío hondo en el corazón que provoca el ver sufrir a un ser querido, a uno de nuestra familia. Sentir a la hermana muerte en la puerta de la casa, esperando, en medio de tanta vida. La mirada de desesperación de Antonio, el gemido profundo de dolor de Catalina, el miedo de Margarita y la vida que iluminaban sus hijos. Toda una comunidad preocupada por esta familia, todos haciendo sentir común a esto.
También acá nos encontramos con un hermano, del que su nombre, junto con algunos otros, habíamos oído bastante. El señor Perez tenía alambradas casi todas las tierras, tierras que son fiscales, que no deben tener limite ni dueño, porque son de todos. Los aborígenes se preguntaban ¿Por qué el criollo es tan mezquino y alambra las tierras? Los chicos trataron de hablar con este señor, pedirle respuestas pero nada nos convenció. Así que dejamos la semilla del cuestionamiento en su corazón y el compartimos la lectura de Hechos 3.
La última comunidad en recibirnos fue la China, muy cerca de El Toro. Acá pasamos por la experiencia de tener que dividirnos y quedar unidos por el Espíritu, luego disfrutar de la alegría del reencontrarnos, “la verdadera felicidad es la que se comparte”. Nosotras, nos quedamos en El Toro, donde tuvimos, por la mañana, la visita de la gente de “Arte y Esperanza”, de Buenos Aires, que fue hermoso ver que hay otros que también trabajan por revalorizar el arte aborigen; y por la tarde, la gente de amnistía, el salón comunitario se lleno con toda la gente de la comunidad. Algunos fueron enrolados y otros hicieron simples tramites, pero la verdad es que ese sistema solo responde a nuestro modo de vida y necesidades (y ni siquiera), para ellos es un sistema impuesto que no los ayuda y no tiene nada de sentido en su organización de vida.
Maru y los chicos fueron a Pozo la China, los recibió en su casa el cacique Ruanillo, para vivir entre ellos, un hombre humilde y amable que les compartió los dolores de esta tierra y las divisiones de su comunidad. Aquí también se encontraron con la gente de la comunidad de Pin-Pin, ellos se trasladan a la China en tiempo escolar. En el camino hacia la China, se ven todos los alambrados de las tierras fiscales, lo que hace un paisaje del monte lleno de injusticia y dolor, donde todo habla de una guerra de pobres contra pobres, de opresores y oprimidos (donde así tampoco es tan fácil y la mirada tan simplista como para poder hacer esa división), donde los que ganan no son ninguno de ellos, y ambos, chaqueños y aborígenes, son victimas de una misma realidad.
Todas estas comunidades que visitamos nos dejaron los corazones plenos de felicidad. El recuerdo de cada rostro, cada mirada, cada dolor, cada palabra, cada silencio, cada estrechada de mano, cada nombre… el olor al palo santo quemado para hacer fuego; el polvo de la tierra; el cielo lleno de estrellas que nos abraza a todos; las tortillas; el altar; el pan casero; el monte; las risas y cantos, que como nos dijo David son siempre motivo de alegría; la sensibilidad; la simpleza; la fraternidad; el asistencialismo transformado; las artesanías; los mates muy dulces; la sed de justicia, de cambio; los sueños e ideales; las ganas de cada vez “ser mas osados” ante todos estos problemas; la opción concreta y cada vez mas radical por este camino… y así podríamos hacer una lista interminable de cantidad de cosas y sentimientos que tenemos guardados en el corazón.
“FELICES LOS POBRES, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS”…
En esta tierra santa encontramos pobres y con ellos compartimos el Reino!!.

Natalia y Florencia Campoamor

BubbleShare: Share photos - Kids Crafts


1 comentario:

  1. ¿quedó claro porque "sin baches", no? un abrazo. solido

    ResponderEliminar